Los malos servicios

12 febrero, 2009 3 Por Cristian
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Sin querer ser alarmista pero frecuentemente uno puede encontrar servicios en los cuales uno sale no muy satisfecho, sea por que fallaron en el tiempo de entrega o sea por que falto algún detalle, pero cuando ese servicio es algo tan serio como la cuenta bancaria, la cosa cambia, el relato a continuación le pasó a mi padre y es enteramente real.

En días pasados decidió hacer un retiro de su cuenta del Banco del Pichincha, cuenta en la que tiene todos los ahorros de su vida, pensión de jubilación y en fin sus reservas, no había movido la cuenta en un tiempo, por lo que la libreta estaba  sin actualizar hasta desde el mes de junio del anterior año, pero si tenía depósitos por su pensión, por lo tanto no se puede considerar una cuenta inmovilizada.

Se acerca a la ventanilla del mencionado banco, en la agencia de la Avenida Jaime Rivadeneira de Ibarra, con la papeleta de retiro y la libreta de ahorro, y la cajera le dice:

– Sr. Usted no puede retirar de esa cuenta, ¿tiene otra libreta?

– No, esa es la única que tengo.

– Sabe que esa cuenta no existe!

– Pero, como si siempre la he tenido y no he cerrado.

– Pase al Balcón de servicios, para que le ayuden

Mi padre preocupado va donde la siguiente persona para ver que sucede:

Resumiendo un poco la persona que le atiende insiste en que debe tener otra libreta y ante la insistencia de mi padre que no es así que no tiene otra libreta, la señorita revisa nuevamente el computador y le dice:

– Sr. esa cuenta no existe. y No puedo hacer nada, si quiere denuncie! o escriba una carta al gerente para que se investigue.

Podría darle un paro cardíaco a cualquier persona que de golpe le digan que no hay la cuenta con todos su ahorros

Asi, con la frescura del caso se perdería una cuenta con una cantidad nada despreciable de dinero, que no es el punto por que aún si hubiese tenido 100 USD no tiene por que pasar.

En la desesperación y con ayuda de mi madre viajan a Otavalo, ciudad desde donde hacen los depósitos, las personas de esa empresa llaman al Banco del Pichincha en Otavalo, y confirman que si existe la cuenta.

Van al Banco de esa ciudad, y tratan de actualizar la libreta, pero no se puede según dicen en la ventanilla esa libreta no es la última, pero mi padre insiste no hay otra.

Pero pregunta:

-¿La cuenta si está?

– Si, pero parece que algún problema hay.

Nuevamente al Balcón de servicios,  la señorita escucha el problema, comprueba en el computador, llama a Quito, preguntas van y vienen, nuevas llamadas y al final.

– disculpe señor, ya está, era una falla en el sistema, pero ya puede retirar.

¿Que tál? lo que sería una mañana tranquila, se transformó en angustias y más de 4 horas perdidas en ese trámite, y lo malo la actitud de la gente en Ibarra, ¿No se pudo hacer esas llamadas antes?, ¿Por qué no ayudar al cliente?,  simplemente, no se puede hacer nada y punto. Cosas como esas rayan en la…

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